Esta neurotoxina puede ser utilizada con fines médicos o estéticos pero, cuidado, es muy importante tener claras sus ventajas e inconvenientes antes de recurrir a ella El final del verano parece que lleva intrínseco esa sensación de nostalgia por todo lo que dejamos atrás. Pero también ese otro sentimiento algo más positivo gracias al cual nos llenamos de energía y ganas para afrontar el nuevo curso. Propósitos que cumplir, metas que alcanzar y un sinfín de planes por hacer. Porque, para muchos, septiembre es como el mes de enero en lo que a pulsar ese imaginario botón de reinicio se refiere. Una excusa con la que dar carpetazo a todo lo anterior o animarse a probar cosas nuevas. Y es aquí donde entra en juego el tema que hoy nos concierne: el bótox. Las razones para probarlo pueden ser médicas o simplemente estéticas, pero en todas ellas está el ánimo de cambiar algo de nuestro cuerpo como objetivo. Es por esto que es absolutamente imprescindible tener respuestas para todas aquellas preguntas que seguro te has planteado antes de lanzarte a someterte a ningún tratamiento. La barrera de los 40 De entrada, hay que recordar que el uso de esta neurotoxina se utiliza con fines estéticos desde hace no tanto tiempo -en 2002 se autorizó por primera vez en Estados Unidos, dos años antes que en España fuera aprobado por la Agencia Española del Medicamento-, pero ya han pasado 15 años de aquello, por lo que se trata de una técnica con una experiencia detrás amplio. No es ya una novedad. Lo que sí es relativamente reciente es su aplicación en hombres, cuya demanda comenzó mucho más tarde que dichas fechas, aunque seguramente hace más tiempo del que la opinión crea en general. La clave para que las cosas hayan cambiado, convirtiéndose en un recurso unisex, son precisamente las mujeres. «Muchos hombres acuden a la consulta por recomendación de sus mujeres, y éstos están en un rango entre 40 y 60 años” afirma la doctora María Rosa García Maroto, directora del departamento de medicina estética y plataforma láser de la Clínica de la Fuente. Sin embargo, un dato que refleja la madurez en la que va entrando el uso del bótox en los hombres, es que hay otro rango de edad más joven en el que la demanda está aumentado considerablemente: el que va de los 30 a los 40 años. Y en este caso, no siempre son las mujeres las que animan al cliente masculino, tal y como explica la doctora García Maroto: «El rango de 30 a 40 años suele acudir solo y suele ser un perfil de hombre que se cuida mucho en general, tanto en su alimentación como en la realización de deporte y tratamientos antienvejecimiento». En establecer estos rangos de edad tan amplios, a partir de los 30 años, como la edad en la que el hombre comienza a solicitar el tratamiento con botox, coincide el doctor José María Franco Góngora, experto en cirugía plástica, reparadora y estética, algo que tiene que ver con los servicios en concreto más demandados por el público masculino. «La mayoría de los hombres demandan el uso de bótox para rejuvenecer el tercio superior de la cara, especialmente las arrugas de expresión de la frente, aunque el número de pacientes que solicitan bótox para el tratamiento de la hiperhidrosis palmar o axilar ha crecido exponencialmente. El uso de bótox para disminuir el exceso de sudoración en estas zonas ha supuesto un aumento de la población masculina en la consulta!, detalla Franco. Atendiendo a sus palabras, dos son los tratamientos estrella del botox en hombres. El de antienvejecimiento del rostro, que podríamos considerar como más clásico o al menos conocido, ya que es algo que también es muy reclamado por las mujeres, aunque suelen retocarse zonas diferentes de la cara; y el más novedoso, la hiperhidrosis, un problema que afecta a una parte de la población masculina bastante reseñable. En este caso, no estaríamos hablando únicamente de un uso estético, que en parte también lo sería, sino sobre todo de practicidad, de facilitación de la vida diaria, porque el exceso de sudor en las manos es un problema que limita en muchas funciones cotidianas. Atendiendo a sus palabras, dos son los tratamientos estrella del botox en hombres. El de antienvejecimiento del rostro, que podríamos considerar como más clásico o al menos conocido, ya que es algo que también es muy reclamado por las mujeres, aunque suelen retocarse zonas diferentes de la cara; y el más novedoso, la hiperhidrosis, un problema que afecta a una parte de la población masculina bastante reseñable. En este caso, no estaríamos hablando únicamente de un uso estético, que en parte también lo sería, sino sobre todo de practicidad, de facilitación de la vida diaria, porque el exceso de sudor en las manos es un problema que limita en muchas funciones cotidianas. Antienvejecimiento e hiperhidrosis, los tratamientos estrella Que ambos tratamientos sean los más demandados por los hombres no quiere decir que no sean también unisex; es decir, que también existen mujeres que los contratan. Al fin y al cabo, el botox lo que hace es, en ambos casos, impedir la contracción del músculo donde se localiza su inyección. Por ello, el efecto, según explican los dos expertos consultados, es igual en individuos de los dos sexos, aunque con matices. «Las dosis que se aplican en hombres son mayores debido a que sus músculos están más desarrollados», apuntilla la doctora García Maroto, a lo que el doctor Franco Góngora añade que dicha esa mayor actividad muscular, «no tanto el grosor de la piel», es la que puede provocar una variación de los efectos. En lo que sí existen diferencias es en la duración de los dos tratamientos más habituales del botox en hombres. No son diferencias sustanciables, pero conviene recalcarlas para completar la información al respecto. «Como tratamiento en el tercio superior de la cara, el tratamiento tiene una duración de entre 4 y 6 meses, y como tratamiento de hiperhidrosis, entre 8 y 12 meses», establece la doctora García Maroto. Tanto en uno como en otro caso -en definitiva, en cualquier uso que se le dé al botox a nivel estético-, el tratamiento se puede considerar como muy seguro, tal y como recalca el doctor Franco Góngora: «Es importante transmitir al paciente que la inyección de bótox es una técnica muy segura y que en manos apropiadas consigue unos resultados muy naturales»”. De hecho, es tan seguro que apenas tiene contraindicaciones, exceptuando pacientes que tienen enfermedades muy concretas como el síndrome de Eaton Labert y las que afectan a la placa neuromuscular o los que sufren «infecciones cutáneas activas o afecciones víricas tipo herpes», concluye el doctor Franco Góngora.